Cumplió sus primeros 100 jóvenes años Rumilda María Carmen Leonardi, alias “Tita”.
Es la penúltima hija de Ferdinando y Emilia Leonardi, que tuvieron en total 10 hijos.
“Su papá llegó de Italia con una mano atrás y otra adelante y se casó con Emilia”, contó Milagros, una de sus sobrinas, con quien convive desde hace algunos años.
El matrimonio trabajó en el campo toda la vida, llegando a ser importantes contratistas rurales.
Los Leonardi se caracterizaron siempre por ser muy trabajadores y sobre todo unidos. Los varones, hermanos de Tita, eran los que ayudaban de sol a sol a Ferdinando en las tareas del campo, mientras que Tita y las mujeres, además de ayudar en el tambo dos veces al día, preparaban las comidas para las campañas.
Al irse a vivir al pueblo de Pilar junto a sus padres y tres hermanos solteros, Tita trabajó muchos años de modista y pantalonera hasta su merecida jubilación. “Voy a hacer una confidencia, ella nos hacía toda la ropa de estreno para cada fin de semana, una no salía a comprar ropa, ella nos hacía la que le pedíamos”, relató Milagros a Info Mercury.
También esa casa de los Leonardi era una especie de alojamiento de todos los sobrinos que aún vivían en el campo, pero estudiaban en el pueblo. “Mis primos Jorge y María Emilia paraban siempre ahí, incluso mis tías lo criaron al “Chichi” Córsico, que quedó huérfano a los tres años” agregó Milagros entre recuerdos de antaño.
“Ya al fallecer sus últimos hermanos, Tita decidió evitar la soledad y aceptar la propuesta de ir a vivir con sus sobrinas. Acá tiene su perrita, estamos nosotras siempre, chicas que la cuidan las 24 horas, sobrinos, sobrinos nietos y sobrinos bisnietos que la visitan y la miman”, manifesto.
Al cumple de Tita, el cual se realizó el sábado con té y merienda, asistieron sus principales seres queridos.
A pesar de haber sufrido hace unos años una quemadura de cadera, es la pilarense más longeva, sigue apostando a vivir y agradece cada día por estar acompañada de los suyos, esos mismos que de chicos se criaron en su casa, entre almuerzos de rica comida casera, agujas e hilos de las prendas confeccionadas con el amor de gente buena, de gente de antes.