Su primer recuerdo es de cuando tenía doce días. Su papá la pasó al asiento del conductor para sacarle una foto al volante. Cuando apenas tenía días de vida, recuerda, sentía curiosidad por conocer la textura de los asientos, su tapizado, por tocar el volante, palpar los distintos materiales que tenía a su alrededor.
Te puede interesar:Clonación, la industria exclusiva en la que Argentina es potencia y el dilema: ¿se podrán duplicar humanos?
Te puede interesar:Población argentina: ¿somos pocos o estamos mal distribuidos?
A mediados de 2014, Rebecca Sharrock leyó un artículo en un periódico australiano que decía que a los humanos nos era imposible recordar cosas que sucedieron antes de los 4 años. Pero para ella, se dio cuenta, era natural evocar historias, anécdotas, conversaciones, de sus primeros años de vida.
Al comienzo de su vida, escribió en su blog, pasaba mucho tiempo en su cuna mirando los juguetes que la rodeaban, mirando el ventilador de pie a su lado. En su primer cumpleaños no sabía el significado especial de ese día, pero sí se acuerda de que su mamá le puso un vestido de satén que le picaba tanto que la hizo llorar. Ese día sus padres le regalaron un peluche de Minnie Mouse. Su cara la aterrorizó, pero no podia expresarlo. Solo le salía llorar y alejar el peluche cada vez que lo veía cerca.
Sus recuerdos, todos vívidos, siguen. Cuando tenía año y medio, empezó a soñar cada vez que se quedaba dormida. Imaginaba que salía de su casa todas las noches y, por eso, insistía para que su mamá durmiera con ella. Apenas después de cumplir 2 años, nació su hermana Jessica. Por entonces, no comprendía el nuevo lazo que las unía. Con el tiempo, entendió que debía compartir todo con ella -sus muñecas, su ropa vieja-, y reconoció que dejaba de ser el centro de atención.
Rebecca Sharrock recuerda cada detalle de su infancia
“Dada mi condición única de memoria, comprobé que puedo recordar al menos el 95% de todas mis experiencias de vida. Básicamente puedo recordar casi todos los eventos de mi vida al detalle. Cuando intento deliberadamente recordar un evento pasado, me encuentro con una visualización mental similar a revisar un archivador, con recuerdos cuidadosamente organizados en orden cronológico”, dijo Rebecca Sharrock en diálogo con Infobae.
Rebecca hoy tiene 33 años. Vive en Brisbane, una ciudad grande de Australia, con más de 2 millones de habitantes y emplazada frente a un río homónimo. Es escritora e investigadora. Escribe como bloguera para SpecialKids.Company e investiga para The A-List, una organización dedicada al autismo, condición que ella misma tiene.
Desde que cumplió 14 años sostiene una tradición curiosa. Siempre tiene un calendario en la pared al lado de su cama y, cada vez que pasa un día, tacha el casillero correspondiente. “Se ha convertido para mí en una rutina que tiene un doble propósito. En primer lugar, mantiene un sentido de tradición que he llegado a apreciar a lo largo de los años. En segundo lugar, me ayuda a hacer un seguimiento de las fechas, lo que garantiza que siempre esté al tanto del avance del tiempo. Este ritual me da comodidad y una forma práctica de mantenerme organizada en mi vida diaria”, explicó.
Su vida tuvo un giro radical -lo recuerda con precisión- el 23 de enero de 2011. Sus padres la llamaron para mostrarle un programa especial de televisión que duraba una hora y mostraba testimonios de hombres y mujeres que, como ella, tenían una capacidad extraordinaria para recordar sucesos de su propia vida, incluso eventos de su niñez. El reportaje contaba con la participación de científicos de la Universidad de California, Irvine, que habían sido los encargados de descubrir esta condición inusual de la memoria.
Durante dos años, Sharrock se sometió a pruebas rigurosas para evaluar su memoria
Rebecca se puso en contacto con los especialistas por correo electrónico. Durante dos años se sometió a pruebas rigurosas. En las sesiones matutinas de Skype, desde su ciudad natal, Brisbane, le pedían que relacionara días específicos con fechas, que contara noticias relevantes de esas fechas aleatorias y, más aún, que describiera el significado emocional de cada fecha. Cada prueba se extendía por alrededor de tres horas.
“El laboratorio registró meticulosamente cada conversación para después verificar mis respuestas, para evaluar la veracidad de mis afirmaciones. Antes de cada sesión, no sabía cuáles eran las preguntas, lo que me hacía estar siempre desprevenida. Ese enfoque fue, por un lado, estresante pero también gratificante. Especialmente cuando supe que había tenido un buen desempeño”, comentó Sharrock.
Ya en mayo de 2013 le dieron su primer diagnóstico. Para confirmarlo, visitó el laboratorio en California un año después, en julio de 2014, donde le realizaran una resonancia magnética. La mitad del chequeo se desarrolló mientras estaba despierta y la otra mitad mientras dormía. Cuando terminó la sesión no había dudas: los expertos le dijeron que tenía hipertimesia, también llamada Memoria Autobiográfica Altamente Superior (HSAM, por sus siglas en inglés). Era -es- una de las 80 personas en el mundo con esa capacidad.
Qué es la hipertimesia
En junio de 2000, el reconocido neurobiólogo James McGaugh, profesor de la Universidad de California en Irvine, recibió un correo electrónico de una mujer llamada Jill Price. El mensaje describía el peso que le infligía su propia memoria:
“Mientras estoy sentada aquí, tratando de descubrir por dónde empezar a explicar por qué le escribo, solo espero que de alguna manera pueda ayudarme. Tengo 34 años y desde los 13 tengo esta increíble capacidad de recordar mi pasado. Recuerdo cada día, todo lo que me dijeron, cada lugar al que fui, cada libro que leí, cada cara que vi, todo lo que hice desde que tenía 13 años. Mi memoria antes de los 13 está, en el mejor de los casos, fragmentada. Sin embargo, todo lo posterior parece estar grabado en mi cerebro, me guste o no, con detalles sorprendentes. Puedo tomar una fecha, entre 1974 y hoy, y decirles en qué día cae, qué estaba haciendo ese día y mencionar si algún suceso de gran importancia ocurrió. Incluso puedo describírselo también. No lo hago mirando los calendarios de antemano ni tampoco leyendo mis diarios”, decía parte del e-mail.
El relato capturó la atención de McGaugh. Pronto se puso en contacto con la mujer, que debió demostrar su capacidad, sus recuerdos vívidos del pasado e identificar sus límites. El neurobiólogo la estudió durante años y el caso dio origen a una condición de la memoria, hasta entonces inédita: la hipertimesia, también conocida como “memoria autobiográfica superior” o simplemente HSAM.
“El funcionamiento del cerebro de las personas con HSAM todavía se encuentra en investigación. Se trata de una capacidad de memoria notable, pero es un mito decir que recuerdan absolutamente todo. En general, llevan una vida normal”, precisó McGaugh ante la consulta de Infobae.
Lo llamativo, descubrieron durante los experimentos, es que las personas con HSAM no rinden mejor en los tests convencionales de memorización. Su memoria a corto plazo es tan buena -o mala- como la de cualquier individuo. No obstante, sus recuerdos de antaño son muy superiores: en las pruebas de fechas y acontecimientos, de vincular rostro con nombre, obtienen puntajes muy por encima de la media. Hasta hoy son un grupo muy reducido, de unas 80 personas en el mundo, que recuerdan casi cada detalle de su pasado.
“Su recuerdo de la semana pasada es casi como el tuyo. Tu recuerdo del mes pasado es bastante vago e incompleto en el mejor de los casos y el de ellos es mucho mejor. No es tan bueno como el de ellos de la semana pasada, pero es bastante bueno y se mantiene incluso durante una década”, dijo a este medio el neurobiólogo Craig Stark, colaborador de McGaugh en las investigaciones.
La hipertimesia exacerba los recuerdos personales y autobiográficos. No son mejores aprendiendo nombres ni asimilando relatos ajenos. Recuerdan sorprendentemente bien lo que sería el diario íntimo o, en su versión moderna, la publicación de Facebook de hace años durante “una cantidad de tiempo increíble”, pero ahí es donde termina.
Si bien para Jill Price, la paciente cero, la hipertimesia implicaba una sobrecarga, en general las personas con HSAM viven con normalidad. “Las personas que tienen un pasado duro tienen que idear mecanismos de afrontamiento. Si recordás todos los desaires personales, mientras otros los han superado y dejás que te afecte, se convertirá en un problema. Pero eso nos pasa a todos, incluso sin ningún recuerdo excepcional. Algunas cosas se nos quedan grabadas en la cabeza y pueden molestarnos durante años y años. Sólo necesitamos aprender a afrontar la situación, recontextualizarla o, de algún modo, seguir adelante”, planteó Stark.
El especialista dijo que, si bien notaron algunas alteraciones en regiones vinculadas a recuerdos episódicos o autobiográficos, el cerebro de las personas con HSAM no difiere tanto del promedio.
Rebecca Sharrock, durante la resonancia magnética que le realizaron
A Rebecca Sharrock le informaron, a partir de los estudios en la Universidad de California, Irvine, que su cerebro es más grande que el tamaño promedio, que ocupa toda la cavidad orbital, pero que su estructura se muestra convencional. El equipo de científicos que la analizó le dijo que, inconscientemente, hace sinestesia -un fenómeno en el que se cruzan diferentes sentidos- al recordar información.
Otro descubrimiento importante en su caso fue la conectividad superior entre sus regiones cerebrales consciente y subconsciente. Esa interconexión intensificada podría ser la razón que explique su capacidad de acceder sin esfuerzo a recuerdos distantes, que se suelen almacenar en las partes subconscientes del cerebro.
En la Universidad de Queensland le hicieron otro estudio. Midieron su coeficiente intelectual y le dio 121 puntos, lo que la sitúa dentro del rango promedio de 80-130. No obstante, hubo algunas discrepancias. “Mi autismo influyó en ciertas puntuaciones”, precisó Sharrock. En las áreas que evalúan su comprensión emocional y social obtuvo menos de 50 puntos, mientras que en tareas que implicaban recordar códigos e información simbólica alcanzó una puntuación máxima de 137.
Vivir con supermemoria
-¿Dirías que la hipertimesia es una bendición o más bien una pesadilla?
-Diría que es una bendición y una maldición a partes iguales.
De tanto en tanto, Rebecca revive involuntariamente sucesos dolorosos de su pasado, incluso en momentos en los que se supone que debería disfrutar. La reproducción recurrente de eventos le genera dolores de cabeza, ataques de insomnio a medida que los flashbacks se potencian en el silencio de la noche. El HSAM se descubrió hace pocos años, apenas dos décadas atrás. Por ende, aún no se diseñó una terapia específica para su tratamiento.
El lado positivo que le encuentra es que también la hipertimesia la “bendice” con recuerdo vívidos -mucho más intensos que los habituales- de historias alegres. “Recuerdos así me permiten disfrutar de la emoción infantil durante ocasiones especiales como mi cumpleaños, incluso como adulto. Entonces, si bien hay desafíos innegables, también hay momentos únicos de alegría que acompañan mi vida diaria”, describió.
-¿Se sabe con certeza cómo funciona tu memoria? Es decir, generalmente descartamos algunos recuerdos para “hacer espacio” y atesorar otros. ¿En tu caso eso no sucede?
-Ni yo ni los científicos que investigan la hipertimesia comprendemos del todo las complejidades de cómo funciona mi memoria. De hecho, el enigma que rodea a este tipo de función de la memoria es precisamente el motivo por el que retenemos tanta información. Sin embargo, lo que se entiende es que, por alguna razón inexplicable, las personas con HSAM parecemos incapaces de descartar la gran mayoría de nuestros recuerdos autobiográficos, eidéticos o de largo plazo.
-¿No te genera una sobrecarga almacenar tantos recuerdos?
-Por momentos es una molestia. Pero hay un dato curioso. Se ha observado que las personas sin HSAM que desarrollan demencia a menudo comienzan a recordar sucesos distantes que antes se creían perdidos para siempre. Esta observación llevó a los científicos a preguntarse si a largo plazo los recuerdos autobiográficos de cualquier persona realmente se descartan o si permanecen latentes y solo se puede acceder a ellos en circunstancias específicas. La naturaleza de la retención de la memoria y la recuperación siguen siendo temas de investigación en curso.
-¿En tu caso hay algún patrón de evocación de esos recuerdos distantes?
-No siempre hay un patrón. No todos los recuerdos se evocan voluntariamente. De hecho, suelo experimentar flashbacks que no logro descifrar por qué surgen. Por ejemplo, en un momento, me transporto a un recuerdo de cuando tenía 7 años, y al momento siguiente, puedo revivir una experiencia de los 25. Estos recuerdos suelen surgir cuando una situación actual se parece a un evento pasado y, a su vez, hay ciertos desencadenantes, como olores específicos o sensaciones emocionales. Entonces, si bien tengo un enfoque estructurado para recuperar recuerdos específicos, mi vida diaria también está llena de recuerdos espontáneos provocados por distintos estímulos.
-Además de HSAM, tenés otras condiciones -autismo, ansiedad y trastorno obsesivo compulsivo- que vuelven tu caso único. ¿Cómo describirías tu día a día?
-Vivir con la combinación de HSAM, ansiedad, autismo y TOC es una experiencia de vida única, especialmente porque son afecciones que tengo desde que nací. No puedo imaginar la vida sin ellos. Según me informaron los científicos de California, soy la única persona diagnosticada con HSAM y autismo, lo que sugiere que no habría correlación entre una y otra, aunque sí es más habitual que los pacientes con hipertimesia desarrollen ansiedad o distintos TOCs.
Hay una tendencia a acumular no sólo emociones del pasado sino también objetos. El revivir constantemente historias del pasado, especialmente las negativas o dolorosas, alimenta inherentemente la ansiedad. Entonces, la convergencia de estas condiciones en mi vida crea una interacción particular de emociones y comportamientos, que es lo que define mis experiencias de todos los días.