Hace unos 15 años, el historiador José Luis Eggel editó la biografía de su bisabuelo Juan Ortego, un inmigrante español que a lo largo de su vida contribuyó al crecimiento de San Jerónimo Norte en el plano institucional, cultural y económico.
El documento titulado “Pequeña historia de don Juan Ortego Abad (1866-1945) y de doña Elisa Aylagas Gil (1866-1944)”, fue distinguió en el concurso a la “Memoria de la Emigración Castellana y Leonesa”, organizado por la Universidad de Zamora, y publicado por el Centro de las Migraciones de Castilla y León.
En diálogo con El Litoral, Eggel comentó que el motivo de traer a la memoria la vida de Juan Ortego fue algo que siempre lo apasionó.
“Principalmente porque fue un Castellano, dentro de una comunidad valesana muy cerrada. Él con su forma de ser fue muy admirado por la comunidad, excepto en el año 1925/26, cuando quiso que el cementerio parroquial sea comunal. Fue un gran problema para él, los valesanos se volcaron en contra y renunció cómo presidente comunal”, destacó Eggel.
Durante el 75° aniversario de la fundación de la ciudad (el 15 de agosto de 1933), Don Juan Ortego tuvo el desafío de dirigirse al pueblo, dando un discurso que fue el comentario de la época. Foto: Gentileza José Luis Eggel
Primeros pasos de su historia
Juan Ortego Abad (hijo de Ramón Ortego y Cecilia Abad) nació en Fuentecantales, provincia de Soria (España) el 24 de noviembre de 1866. Se casó con Elisa Aylagas Gil, nacida en Vieso, provincia de Soria, (España) el 2 de diciembre de 1866.
“Un documento en poder de la familia aclara sobre su situación militar (de la 2da. Compañía del Batallón de Depósitos de Soria) y su oficio de maestro. Ortego con su esposa Elisa Aylagas Gil, parten desde la Coruña el 26 de octubre de 1889 -bajo el permiso de embarque número 10.862 – y llegan a Buenos Aires el día 2 de enero del año siguiente”.
Ya en 1891 el matrimonio Ortego se establece en la Colonia Santa María Centro (departamento Las Colonias), donde es designado como el primer maestro de la Escuela Primaria Mixta, hasta el año 1894, cuando elevó su renuncia producto del magro sueldo que percibía como docente, y se traslada junto a su familia a San Jerónimo Norte.
“Eran una de las pocas, tal vez la única familia de nacionalidad española residente en el siglo pasado en la ciudad. En San Jerónimo Norte, era consultado permanentemente por los colonos suizos residentes ahí, como hablaban con dificultad el castellano, no se sabían desenvolver muy bien con el idioma oficial. Entonces cuando tenían dudas de firmar algún papel o debían realizar un negocio importante donde intervenían abogados o escribanos, o cuando había que hacer peticiones por nota al Gobierno de la provincia, ellos lo llamaban a él para que los asesorara”, contó Eggel.
El permiso de embarque del inmigrante.
Vida política
Instalado definitivamente en San Jerónimo Norte, Juan Ortego Abad comienza a destacarse como un activo e inteligente funcionario municipal. El 17 de junio del año 1900, fue designado vocal de la Comisión de Fomento, mostrando desde esos primeros días ser un hombre de empuje sometiendo a la consideración de sus pares un proyecto que abarcara dos ordenanzas, una de ellas, ordenada a asegurar la transitabilidad de los caminos rurales, donde, entre otras medidas prácticas, prescribía la obligatoriedad de los colonos de impedir la proliferación de los árboles.
“En agosto de ese año dejó asume como tesorero, cargo que desempeñó hasta el año 1904, cuando presentó su renuncia ante el Gobierno provincial. Esa violenta desvinculación sólo fue de duración efímera. Las actas de sesiones registrarán efectivamente la posterior frecuente y activa participación de Don Juan en el quehacer municipal”.
Luego de un viaje a su tierra de origen, don Juan vuelve a integrar la Comisión de Fomento. En el año 1918 este cuerpo acordó la autorización de la escrituración del cementerio local a nombre de la Iglesia; pero curiosamente, en los años 1926 y 1928, siendo Presidente adoptó una actitud distinta a la anterior cuando en posesión de la presidencia de la institución municipal, bregó tenazmente por la secularización de dicho cementerio.
“Fracasó empero en su propósito debido a la no menor tenacidad mostrada por el cura párroco P. Pablo Stratmann en defensa de la antigua práctica de los cementerios parroquiales, por una parte, y por la falta de apoyo popular, por la otra”.
Los documentos que guardan sus descendientes.
Actividad institucional
Eggel remarcó que la capacidad de acción de su bisabuelo, no quedó sólo en el plano del gobierno comunal. El Libro de Actas de la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos de San Jerónimo Norte indica que Juan Ortego tuvo mucho que ver en el origen de la institución.
“No obstante la existencia de tres importantes instituciones locales: la Sociedad Filantrópica Suiza Helvetia, la Societta Unione e Fratellanza y el Club Católico, se logró sobre el final del siglo dar vida a una agrupación cosmopolita, en la que Juan Ortego jugó un papel preponderante y decisivo. La fecha de la fundación tuvo lugar el 26 de agosto de 1899, y el presidente de esa primera Comisión Directiva fue Juan Ortego. Fue reelecto en la asamblea general del 12 de agosto de 1900, pero al poco tiempo se distanció de los demás miembros de la comisión lo que lo llevó a presentar su renuncia”.
Durante dos años Ortego se abstuvo de concurrir a las reuniones de la sociedad, hasta que la asamblea del 24 de agosto de 1902 tomó a confiarle la presidencia, función que se reiteró sucesivamente: Don Juan fue Presidente de la Sociedad de S.M. Cosmopolita durante los siguientes períodos: 1899-1900; 1902-1903; 1907-1913; 1916-1918; 1921-1928; 1932-1941.
Pionero industrial
Además de su accionar en la vida política e institucional de la Colonia San Jerónimo, Don Juan Ortego se transformó en un gran industrial de la época.
“Se dedicó a la Industria Jabonera, única en la Provincia, en la cual su hijo Juan era el encargado de la recolección de sebo. Desde Buenos Aires, su yerno José Juarroz, era el que se encargaba de mandar con el tren que llegaba a la colonia Las Tunas, todos los productos químicos. Una vez fabricado el jabón, se hacía el reparto por todos los pueblos de la colonia. El producto de muy buena calidad de fabricación, era aceptado y reconocido. Esta fábrica funcionó hasta 1945, año del fallecimiento de mi bisabuelo Juan”.
En pocas palabras Eggel resaltó lo que fue Juan Ortego para la vida política, institucional y económica de una de las primeras colonias agrícolas del país.
“Con sus virtudes cívicas colaboró en el crecimiento del pueblo de diversas maneras y fue un gran industrial de la época. Realmente es un ejemplo de vida, un gran luchador que no bajó los brazos, a pesar de los contratiempos que pudo haber tenido”.