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Emotivo mensaje de la familia de Juan Pablo Boretto, que se recupera tras el accidente

El sábado 18 de mayo de 2024, es decir hace un año, una motocicleta y una camioneta impactaron en la esquina de Rivadavia y Mariano Vera de San Jerónimo Norte.

Quien se llevó la peor parte fue el motociclista Juan Pablo Boretto, de entonces 21 años, quien fue trasladado de urgencia al Hospital José María Cullen de la ciudad de Santa Fe.

A un año del accidente, su hermano Ignacio decidió hablar del estado de salud y del largo proceso.

A continuación compartimos el mensaje de manera textual:

Juan, mi hermano, el más chico de la casa y mi fiel compañero, tuvo un accidente en el que su vida estuvo en riesgo. Mi segunda familia, mis grandes compañeros, “Los Bomberos” fueron los responsables de que él llegara con vida al Hospital Cullen. Sin ellos, Juan no lo lograba. Y hoy, más que nunca, me siento profundamente orgulloso de ser parte de esa gran familia.

El Hospital Cullen, un hospital tan importante para la provincia de Santa Fe, fue clave para estabilizarlo y contenerlo. Durante los primeros días, su estado no era alentador: su cerebro no respondía. Pero Juan no se rindió. Y junto a un equipo de médicos terapistas incansables, después de dos largos meses, logró salir de la Unidad de Terapia Intensiva. Así es Juan: un guerrero fiel, que luchó contra todo diagnóstico médico.

Al salir de terapia, pasó a Clínica, donde un grupo de médicos jóvenes, bien preparados, y un equipo de enfermeros que brindaban una calidez humana inmensa, lo cuidaron y lo acompañaron en cada paso de su recuperación. Mientras tanto, en paralelo, una obra social comenzaba a trabajar para que Juan pudiera ingresar a un centro de rehabilitación, buscando nuevos estímulos que ayudaran en su proceso.

Lamentablemente, la burocracia en el sistema de salud es grande, y muchas veces el negocio se impone sobre la urgencia de los pacientes que realmente necesitan ayuda. Pero después de cuatro meses de insistir y gestionar junto a la obra social, logramos trasladarlo al Sanatorio Garay, que contaba con un centro de rehabilitación para continuar su recuperación.

El paso por el Sanatorio Garay nos llenaba de esperanza. Aunque Juan no respondía a los estímulos, el equipo del sanatorio intentó de muchas maneras durante tres meses. Las respuestas neurológicas no eran alentadoras, pero lo más importante era saber que él seguía ahí, luchando, firme como siempre.

Después de esos tres meses en el Garay, decidimos seguir intentando. Un viaje en ambulancia nos llevó al Hospice, en la ciudad de Esperanza. Un lugar que muchos no conocen, pero que merece ser nombrado. Un espacio de paz, de amor, donde se respira fe y donde, sin dudas, Dios está presente.

El Hospice es un centro de cuidados paliativos fundamental para nuestra provincia. Se sostiene gracias al trabajo de voluntarios y al aporte de socios. Tristemente no reciben apoyo económico gubernamental para sostener un lugar tan necesario, que acompaña con dignidad a tantas personas y familias en momentos difíciles.

Y ahí está Juan, acompañado por voluntarios, enfermeros, kinesiólogos y médicos que lo cuidan con dedicación cada día. Y del otro lado, estamos la vieja y yo, firmes, acompañados por personas que se sumaron de muchas formas distintas. Seguimos acá, fuertes, buscando siempre lo mejor para él, con la fe y la esperanza más renovadas que nunca.

Gracias. A la familia, a los amigos, a personas que ni siquiera conocía pero que se acercaron a acompañarnos. Nadie debería pasar por algo así… pero a veces pasa. En el Hospital Cullen vimos situaciones incluso más duras que la nuestra, familias enfrentando dolores aún mayores. Y todo esto, en medio del dolor, también deja aprendizajes. Muchos.

Cuidemos la salud pública. Cuidemos la salud privada. Valoremos la salud mental. Apoyemos los cuidados paliativos. Fomentemos la donación de sangre y órganos. Hay personas que realmente lo necesitan.

Crean. En Dios, en la Virgen, en Mamá Antula, en los santos que cada uno elija. Porque ellos sostienen, acompañan, dan fuerza en los momentos donde pareciera que no queda nada.

Y recen. Recen por Juan. Él va a salir adelante. Gracias, de corazón.

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