Cinco cardenales conservadores enviaron una carta al papa Francisco en la que pusieron de manifiesto su preocupación por asuntos que se van a tratar en la primera fase de la Asamblea General del Sínodo de los Obispos, que arranca este miércoles.
En su misiva, los purpurados Walter Brandmüller (Alemania), Raymond Leo Burke (Estados Unidos) Juan Sandoval Íñiguez (México), Robert Sarah (Guinea) y Joseph Zen Ze-kiun (China), explican que el pasado 10 de julio enviaron una carta al Pontífice empleando el esquema de la Dubia (preguntas) que fue respondida por Francisco al día siguiente.
El Vaticano ha hecho público este mismo lunes las respuestas del Pontífice a través de la web del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, a cuestiones relacionadas sobre la bendición de las uniones entre personas del mismo sexo, la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia, la ordenación sacerdotal de la mujer y el arrepentimiento como condición necesaria para la absolución sacramental.
Sobre la bendición de uniones del mismo sexo, los purpurados preguntaron al Pontífice si la práctica generalizada de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo concuerda con la Revelación y el Magisterio.
Francisco responde que, si bien sólo la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta a engendrar hijos puede llamarse matrimonio, y la Iglesia evita “cualquier tipo de rito o sacramental que pueda contradecir esta convicción”, no se debe perder la “caridad pastoral”.
“En el trato con las personas no hay que perder la caridad pastoral, que debe atravesar todas nuestras decisiones y actitudes. La defensa de la verdad objetiva no es la única expresión de esa caridad, que también está hecha de amabilidad, de paciencia, de compresión, de ternura, de aliento. Por consiguiente, no podemos constituirnos en jueces que sólo niegan, rechazan, excluyen”, agregó Francisco.
El Papa también sostuvo: “Por ello la prudencia pastoral debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio. Porque cuando se pide una bendición se está expresando un pedido de auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor, una confianza en un Padre que puede ayudarnos a vivir mejor.
“Por otra parte, si bien hay situaciones que desde el punto de vista objetivo no son moralmente aceptables, la misma caridad pastoral nos exige no tratar sin más de ‘pecadores’ a otras personas cuya culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores que influyen en la imputabilidad subjetiva”, concluyó el Pontífice.
Declaración “definitiva” sobre la imposibilidad del sacerdocio femenino
En relación al apoyo de pastores y teólogos a la teoría de que “la teología de la Iglesia ha cambiado y por tanto la ordenación sacerdotal puede ser conferida a las mujeres -que, a juicio de los purpurados, “no han sido corregidas ni retractadas”-, el Pontífice responde que cuando San Juan Pablo II enseñó que es necesario afirmar “definitivamente” la imposibilidad de conferir la ordenación sacerdotal a la mujer, “no estaba denigrando en modo alguno a la mujer ni confiriéndole el poder supremo a los hombres”.
Francisco admite que es difícil aceptar que el sacerdocio está reservado a los hombres y no se podrá reconocer los derechos de las mujeres en la Iglesia si no se comprende que el poder sacerdotal habla de “función” y no de “dignidad y santidad”; que el hecho de presidir la Eucaristía no confiere al sacerdote “superioridad sobre los otros”; y que la jerarquía no debe entenderse como dominación sino como santidad.
“Para ser rigurosos, reconocemos que aún no se ha desarrollado de manera integral una doctrina clara y autorizada sobre la naturaleza exacta de una “declaración definitiva”. No es una definición dogmática, pero debe ser aceptada por todos. Nadie puede contradecirlo públicamente y, sin embargo, puede ser objeto de estudio, como en el caso de la validez de las ordenaciones en la Comunión Anglicana, apunta.
Los cambios culturales estimulan la expresión de la revelación divina
Sobre si la Revelación Divina debe ser reinterpretada a partir de los cambios culturales y antropológicos en boga, el Papa matiza que si bien es “inmutable”, la Revelación Divina “necesita crecer en su comprensión” y los cambios culturales pueden estimular a “expresar mejor algunos aspectos de su “desbordante riqueza”.
Como ejemplo, el Pontífice cita algunos cambios que se han producido en la interpretación de los textos bíblicos en relación a la tolerancia a la esclavitud o algunas consideraciones sobre la mujer.
En relación a si la Iglesia es por naturaleza sinodal, señala que la sinodalidad, como estilo y dinamismo, es una dimensión esencial de la vida de la Iglesia. En este sentido, el Pontífice advierte a los purpurados, que si bien ellos mismo reconocen que la autoridad suprema de la Iglesia la ejercen el Papa y el colegio de los obispos, ellos mismos con las preguntas que le remiten manifiestan su necesidad de participar.
Sobre si el perdón es un derecho humano y el arrepentimiento no sería condición necesaria para la absolución, el Pontífice indica que el arrepentimiento es necesario para la absolución e implica la intención de no pecar, pero avisa de que “hay muchas formas de expresar arrepentimiento” y que el mero hecho de acercarse a la confesión “es una expresión simbólica” del mismo.
Preguntas reformuladas
Sin embargo, los purpurados, que han hecho públicas todas estas cuestiones sólo dos días antes de que arranque el Asamblea General bajo el lema del ‘Sínodo de la Sinodalidad’, señalan que consideraron que la respuestas del Papa no seguían la práctica de las responsa ad dubai (respuesta preguntas) por lo que reformularon sus preguntas en una nueva misiva remitida el pasado 21 de agosto, a la que de momento, según aseguran, no han obtenido respuesta.
“A la vista de diversas declaraciones de prelados de alto rango, relativas a la celebración del próximo Sínodo de los Obispos, que son abiertamente contrarias a la constante doctrina y disciplina de la Iglesia, y que han generado y siguen generando gran confusión, así como la caída en error entre fieles y demás personas de buena voluntad, hemos manifestado nuestra más profunda preocupación al Romano Pontífice”, escriben los cardenales en su Notificación a los fieles.
En ella, añaden que dada la “gravedad” del asunto de la dubia, especialmente en vista de la inminente sesión del Sínodo de los Obispos, juzgan su deber informar a los fieles, de manera que no queden “sujetos a confusión, error y desaliento”, sino que oren por la Iglesia universal y, en particular, “por el Romano Pontífice, para que el Evangelio sea enseñado cada vez más claramente y seguido cada vez más fielmente”.
(Con información de Europa Press)